Su nombre es Luis Maldonado. Trabaja en la Loma de la Cruz,
justo al lado del puestico en donde trabaja mi prima, Mabel.
La más bonita de las hijas de mi madrina. La misma a la que
le asesinaron el novio. El señor es sin duda un indígena,
pero un indígena criado en Cali. Su habla registra
claramente el acento de los habitantes de Otavalo y se
comunica con sus hijos en quichua, o por lo menos con
pequeñas expresiones de esa lengua. El mismo me decía que no
sabía mucho de su cultura, porque se le iba olvidando, así
como a cualquiera que estudia en una universidad si deja de
leer libros también se le olvida. Ojalá sea sólo pequeña
impresión, que sea que se le olvida lo grande y legendario,
pero sea por justamente no ponerle cuidado a las pequeñas
manifestaciones de la cultura. Pero es mejor la Voluntad del
Señor, Él sabe más.
Me dijo que había venido a través de la frontera, esquivando
el paso fronterizo, por allá en 1957, cuando Cali a duras
penas llegaba hasta Imbanaco. Que conocía a muchos políticos
y había estado en ferias y exposiciones por toda Colombia.
Hasta había estado en Boyacá, en medio de los "boyaquenses".
Pero se quejaba de la poca importancia que tenían ahora los
artesanos, que antes había muchos más concursos, se les
reconocía a nivel municipal, con ferias y vainas por el
estilo. Ahora no los conoce nadie.
Me contó (no mucho) sobre sus hijos, dos de ellos nacidos en
Otavalo y otros cuatro en Cali. A algunos les gustaba su
cultura a otros no, él no sabía por qué. Pero no querían
vivir allá, sólo de paseo. Preferían vivir aquí, y él
también, porque acá todo el mundo lo conoce, en cambio en
Otavalo nadie. Es cuestión de tiempo...
Cuando llegó no había panamericana de Ipiales a Popayán y les
tocaba ir por trocha hasta esa capital, para ahí tomar el
tren y venir hasta Cali. Coincide con los que conoció John
James en la Estación. Si llegaron allí y no a otro lugar es
por algo. (¿Por qué la mayoría de los que atienden en el
centro, calle 12 entre carreras 6ª y 7ª, son mujeres? Son
tan amables que parecen indígenas...)
Su cabello en trenza larga y gruesa. Don Luis habla y con
ganas, tiene mucho que decir, y lo ha dicho. Lástima, por lo
que parece, se lo ha dicho a los periodistas, todos de
carrerón, que quieren saber todo pero ya, sin pensar, sin
masticar las cosas y no dejarse engañar. Tal vez los
periodistas le han dejado ese singular afán, o tal vez él
siempre lo ha tenido. Es un comerciante, después de todo.
Es caleño en gran parte. Se le ve. Parece el típico
microempresario que vela por sus intereses. Para encontrar
hay que buscar y el Señor dijo "el que busca, encuentra; el
que habla se le escucha; el que llama, se le abre".
Por ejemplo, los símbolos que están en el piso ¿qué
significan? Le contó a Mabel que eran quichua, pero que él
no lo entendía por falta de contacto. Ella le contó que un
amigo le estaba enseñando el aymara, y Don Luis le respondió
que era de la familia, que no eran iguales, pero se
entendían. ¿Algo así como el italiano y el español? Bueno
es preguntarlo. Las artesanías el significado de los
dibujos. Si no los hace él, ¿entonces quién? ¿Eran
agricultores los otavalos? "Somos atahualpa". ¿Cuál es la
diferencia entre los atahualpa y los saraces? ¿Quienes son
los saraces? Vaya cuestioncita en la que me metieron los
ecuatorianos, ¿o ellos sí eran saraces? Se vestían como
cualquier paisano.
Martes. Notas en desorden, no necesariamente el orden de Don
Luis.
05:47 PM 04/07/98
En Su Nombre.
La frontera. No era fácil pasar, muchas veces cobraban por
dejar entrar la mercancía, por eso se pusieron de acuerdo los
países para eliminar la aduana. Hay un límite para pasar, de
hasta tres millones. El ha estado en Perú y es un desierto.
"En Cali estamos en el Cielo", porque tenemos de todo, en
Perú todo, todo muy caro. En los pueblitos pequeños no hay
pan, sólo en las ciudades grandes e intermedias, "así como
Tulúa". Le tocó saber de torturas a la gente en la frontera,
donde los colgaban de un palo con las manos amarradas, sólo
apoyados en las puntas de los pies. Don Luis dice "mucha
torturación". Según él, fue con el Gobierno de Roldós que se
organizó y se acabó esa situación. Era muy difícil hacerlo
antes. La sociedad moderna apenas llegó en estos años; él
tiene hijos en E.U. y Europa, y ellos le decían que allá no
era nada, que pasaban la frontera como si nada. Eso comenzó
aquí apenas hace unos años.
La seguridad es mejor en Ecuador porque allá cualquier vecino
si ve un ladrón lo agarra, sea quien sea, no importa que no
conozca al que está robando, lo cogen y le dan durísimo. Eso
por acá en Colombia no se ve. Aquí cada quien, si ve que
están robando, si mucho les da lástima. Sólo lástima. Al
final cada quién sigue su camino. Eso en Ecuador no pasa.
Perú en el norte no es como el desierto que hay entre Charqui
e Imbabura, es peor. Así como en las películas que se ve el
Sahara, así igualito. No hay es nada. Colombia y Ecuador
están mejor. También estuvo en Venezuela y veía muchos
paisanos en la frontera con sus paquetes. No los dejaban
pasar. Sólo tres kilos de muestras, para decirle al cliente
que era lo que tenía y después regresar. Sólo hasta una
docena de productos dejan pasar. Después se tiene que
regresar, mucho problema.
Siempre ha negociado con textiles, desde chiquito, cuando
venía con su papá. Todavía los militares siguen fregando.
Los colombianos nunca han torturado, ellos sólo molestan y
preguntan y piden plata para dejar pasar, pero no como antes
en el Ecuador. Los ecuatorianos eran honestos pero duros.
Ahora ya no torturan pero están pidiendo plata, igual que los
colombianos.
La esposa llega con clientas preguntando por un tejido grande
en especial, con gente al frente de la iglesia, que se ve
como un mercado, con la puntada muy fina. Don Luis les
muestra todos los que tiene y ni así. Las señoras buscan uno
en especial. "Hay que tener de todo para satisfacer a los
clientes, si uno no tiene uno, se van" concluye.
Habla mucho sobre las aduanas, que mucha gente se enriqueció
con eso. Era mucha plata la que lograban y muy poca la que
le llegaba al estado. "Es como si el hijo vendiera un
millón, y después el padre le preguntara y él respondiera,
"no, no hice sino doscientos mil" y se quedara con el resto".
Mucha gente vió enriquecerse así, otros, menos vivos, se la
tomaron. No lo dice en palabras, sino con el gesto, de la
mano levantada con el pulgar señalando el esófago.
El negocio se llena por oleadas. Jóvenes preguntan por los
palos de lluvia, por su precio. Otro pregunta por hamacas
para niños, pero parece que no se lleva ninguna. Empieza a
llover y hay que estar pilas que la mercancía exhibida al
frente del localcito no se moje. Está colgada con ganchos,
como cualquier prenda. Lo que se ve es, más que nada, ropa.
Adentro hay cerámicas, toda clase de tejidos, collares,
madera esculpida y pintada, pirograbados, con miniaturas de
instrumentos típicos musicales. Hasta tiene el pirograbador
en su caja, donde se dejan ver los ensayos que ha hecho.
Mucha mercancía entraba antes de contrabando, porque claro,
Ecuador vendía mucho más barato. Varios negocios quebraron
en Pasto por eso. Los gobiernos se pusieron de acuerdo e
igualaron los precios. Ahora están a la par. Pasto, Ipiales
y Tulcán venden a casi el mismo precio. Antes los carros
ecuatorianos (Ford y otras marcas) se vendían por menos de la
tercera parte de los colombianos. Toda la gente en Popayán
compraba sus carros en Ecuador.
Habla con sus hijos y su esposa con pequeñas expresiones que
parecen en quechua. No le oigo una frase larga. Su hijo oye
música de la Zeta, muy moderna, aunque se nota cierta
predilección por la que viene en español. Le hace una
pregunta a su señora sobre los presidentes que había en el
Perú, pero ella le responde que de política no sabe nada. Yo
tampoco me acuerdo, pero igual, seguimos conversando.
Junto a los collares hay un espejo pequeño, a la altura del
rostro de una persona mediana, para que se lo pruebe y vea
que tal le queda. En la parte de atrás se ven sombreros
tejidos en fibra. Hay de todo lo que una persona puede
querer buscar en artesanías. Hasta instrumentos musicales:
Quenas, flautas, rondadores, (artaks? no recuerdo, pero son
como flautas cuadradas con diseños).
"Los que no saben hablar español la llevan más duro, pues ya
los policías, los encargados de la frontera saben que les
pueden pedir un papelito que les falta, y con eso pedirles
plata. No importa que a nadie se le pida el papelito. A
lado y lado de la frontera les pasa lo mismo. En cambio, si
ven que uno sabe hablar bien español, no dicen nada".
¿Cómo es eso de ser indígena en Cali? ¿Y en Ecuador? ¿Hay
alguna diferencia? ¿Cuáles son las ventajas? ¿Cuáles las
desventajas? Posibilidad de grabar en su casa. Por lo menos
verla. ¿Grabar en el negocio? Contactar por fin a John
James y Guillermo Santamaría. El teléfono. Lo tiene Luis E.
Algo se queda. ...Buscar en el tintero. Molestan si no hay
pasaporte después de Quito, lo mismo en Colombia después de
Cali. Tiene que mostrar el permiso que dan en la aduana.
Sino hasta lo meten en el calabozo. A él le ha tocado, por
sus mercancías.
Sufrir frío y calor. ¿Qué hay de los jóvenes? ¿Cómo
preguntarlo? Vamos por partes. Cuando la visito, Mabel
muestra premura en saber cuando grabaré. ¡Por Dios! No
impacienten a Don Luis. El local donde atiende Mabel es de
un sureño, no sé exactamente de qué país, pero se me olvida
preguntarlo. El repara, vende instrumentos musicales. Entre
muchas artesanías, claro. Tiene un repertorio graaande de
música andina tocada por chilenos, bolivianos, peruanos,
etc., etc. Ella repara pequeños músicos de cerámica que la
gente a tumbado al piso. Hay hasta cóndores con sonrisa
monalisíaca, pegados sobre cristales de cuarzo.
El espacio en medio de árboles, la forma de los locales,
hasta eso es artesanal también. El público, casi siempre
consiste en muchachos de pelo largo o mujeres vestidas muy
informalmente. Cuando llego al local una familia, con
acento sureño, le compra de todo. Celebran, en cierto modo,
estar en Cali. ¿Turistas? Muy probablemente. Lo que no se
me ocurre es de dónde sean. Si su acento es sureño, entonces
¿por qué comprarle a un ecuatoriano? Pequeño misterio.
Mañana es miércoles santo. Ojalá esté Don Luis y no me haya
extrañado hoy día. Tengo algo de tiempo para mascullar lo
que me dijo.
Un detalle:
El amigo pelirrojo del hijo más grande. ¿Será que la señora
está interesada en Perú, o viene de allá? Ella trae clientes
¿de dónde? Los atiende mientras Don Luis me atiende a mí.
Lo mismo hace su hijo. El premio del jefe del hogar será ser
visto en toda la región, y ojalá más lejos. EL QUE ES: Un
principio olvidado, que no debe olvidarSe.
11:56 PM 04/16/98
Hace como cinco días que no voy por allá. Hablé con el hijo
más grande y un niño más pequeño, otavalo, pero no parecía
hijo de Don Luis. El joven estaba haciendo pirograbados y se
notaba su talento gráfico; algo así como el de Luis E., sólo
que con ese aparato en especial. El mismo me dijo que su
papá estaba en Ginebra, que sólo llegaba hoy. Ojalá. Dios
quiera. Les dije que sabía algo de quechua, y el mayor me
dijo que él no sabía, que el menor sí. Y le comenté las
pocas frases quechuas que sé y el menor las entendió. Me
corrigieron el "nuqa" de las clases de www3.rcp.net.pe, para
ellos es como me enseñó Laura Lee Crumly, "ñuca". Ojalá las
diferencias con los otros vocablos no sea tan profunda.
Vamos a ver que nos concede el Señor hoy. El es grande y
bondadoso, nadie es como Él.
04:51 PM 04/18/98
Detalles
El joven dibujaba un paisaje con una palmera y un hombre
fumando recostado en ella. Los trazos eran gruesos y
sencillos. Luego hizo el rostro de Sam Bigotes, con mucha
facilidad. Don Luis me atendía desde atrás de una vitrina,
apoyando sus manos en ella. La vitrina quedaba en el fondo.
Muchas cosas penden del techo del negocio de Don Luis.
12:57 PM 04/24/98
Me hizo mucha falta anotar lo que le pregunté sobre ser
indígena, sobre estar aquí y allá como cultura. Hoy me
siento atrasado al respecto, pues ni siquiera he anotado
la visita reciente con Luis, y se me están olvidando las
preguntas y las respuestas. Pero tengo las notas de la
primera conmigo.
Para él, los indígenas del Ecuador son más educados, son
mejores en las artesanías y han entrado en el progreso con
los estudios. En Colombia casi no, él conoce Sibundoy,
Putumayo y Tierradentro, Cauca. Ahí dice que ha visto a los
indígenas más educados por acá, pero que no tienen mucha
artesanía, "en Colombia es más que nada agricultura". Hubo
un congreso internacional indígena y los ecuatorianos lo
ganaron en artesanías y adivinación. "Tengo 2 hijos en los
E.U., muchos indígenas han estado allá y en Europa, él tiene
hermanos en la última. Los de aquí poco tienen en artesanía
y música, han salido a Venezuela, Ecuador no más, no como los
ecuatorianos, que van mucho más lejos. Sólo una región que
él conoce, Cayapa, cerca a Esmeraldas, no tiene el avance
(recién cayó en cuenta de los amazónicos). Me habló de
Sarañusta, en Cayapa, que tiene su fiesta el 5 de septiembre.
En esa ocasión le pregunté su opinión sobre lo que decían los
de la Orivac, que los otavalo no eran indígenas porque no
tenían una autoridad reconocida, un territorio y unas
tradiciones identificables a seguir. El me respondió que en
cada lugar, en cada región se tenían reglas diferentes, así
como costumbres diferentes. Me comentó de lugares donde
hacía la semana santa de una manera, con vestidos vistosos
para las mujeres, y de otros donde ni siquiera la celebraban.
Estos son, más o menos, mis apuntes de esa ocasión,
probablemente el martes. El miércoles volví con Luis y lo
encontré muy apurado, recogiendo cosas para irse al centro,
pero así y todo me respondió preguntas sobre la relación con
sus hijos, de cómo se transmitían las costumbres. Me
respondió lo que me habían dicho antes, que era por falta de
contacto y también reconoció el error de ellos como padres,
de no preocuparse por transmitírsela a los hijos. Porque él
y su mujer hablaban en la casa en quechua pero sus hijos no.
Uno que se preocupaba, pero los otros hablaban sólo español y
entendían una que otra palabrita, como las que ellos decían
en el negocio. Reconoció que ellos lo utilizaban como clave,
para decir en secreto que una persona estaba pidiendo mucho,
o que echara ojo que ese que acababa de entrar parecía
ladrón. Sobre las mujeres le pregunté sobre la importancia
de la falda y el chumbe. Sobre la primera me dijo que los
otavalo les decían que no a las que querían ponerse bluyines,
porque si las dejaban entonces ya no se podía decir que eran
indígenas, sólo que eran comunes y corrientes, mestizos. Que
por eso no las dejaban. Sobre el chumbe me decía que sólo
era una prenda, así como la correa, que no tenía más
significado. Que así como uno no podía salir a la calle sin
correa en los pantalones, las mujeres tampoco podían salir
sin su chumbe.
¿Qué más podré preguntar? ¿escarbar en la relación con las
autoridades? ¿En cuál aspecto? No es exactamente el más
claro de los que tengo. ¿En qué dirección habíamos acordado
avanzar con John James? "Ellas quieren novios blancos".
¡Puf! ¡Vaina peluda! ¿Cómo llegar hasta allá? ¿Don Luis, a
usted le encantaría viajar a Europa? "¿Y a quién no?" podría
ser la respuesta. Tal vez la vaina está en que estamos
defendiendo un nacionalismo, o algo así como un
"continentalismo" latinoamericano. Es claro que es mejor
articular nuestras culturas con respecto a lo que realmente
somos y no lo que son E.U. y la U.E., o aún peor, Alemania,
G.B., Francia y España. Creo que la diferencia es hacia los
ricos, queremos ser como ellos, queremos tener nuestras
necesidades resueltas y no que se nos persiga por ser tan
pobres. Como los de la frontera que no hablaban español y
los militares se aprovechaban de ellos. Queremos llegar muy
profundo y tal vez Don Luis no se esperaba eso. Como todos,
se esperaba una investigación tipo radioemisora comercial,
¡de afán, de afán! Y ahora apenas se está dando cuenta. Que
se trata de encontrar secretos que nadie conoce. Cosas que
ponen en evidencia injusticias sociales, "autonegaciones"
colectivas, la estigmatización de lo que somos como
indígenas, que no es un invento nuestro sino de los europeos,
pero que de todos modos nos lo hemos tragado y ahora ellos
nos contradicen. ¿Qué resultará después cuando ya lo
hagamos? "No, no abusen, son peligrosos los nacionalismos".
Y claro tendrían razón al revisar sus propias experiencias.
Pero nosotros en INAIA nunca hemos tenido un nacionalismo
indígena. Hemos tenido, sí, nacionalismo mestizos hipócritas
que se llaman indios, pero que al fin y al cabo terminan
entregándose al mejor postor, al rico más conocido (léase
E.U.). Y en la medida en que juzgue seré juzgado. El
proceso es largo y complejo y he comenzado a escribir sobre
lo que pienso, más que sobre lo que busca el documental.
Pero tenemos que articular lo que pensamos con lo que
buscamos, para que el documental responda a eso. Pero que
sea un buscamos incluyente, es decir, con Don Luis a dentro,
no sólo como espectador, o como "víctima" (de nuestro afán de
sacar un documental). No se puede lograr algo sin que él
participe, sin que tome decisiones, por lo menos minoritarias
dentro del grupo de 4 o 3. Pero sería mejor que él supiera a
dónde va a parar todo esto. Que no fuera minoritario sino en
condición de igualdad. Y ¿hasta ahora lo es? ¿No he estado
hablando a sus espaldas y considerándolo como considera un
médico a su paciente? No es exactamente un plano de igualdad.
Y este último puede surgir en la medida en que lo busquemos.
La vaina es el tiempo, estamos colgados ("es cuestión de
tiempo"). ¿Cómo desarrollar un proceso semejante en tan corto
tiempo? Dedicarle más atención, incluirle, buscar rebasar esa
distancia discursiva que el mismo Don Luis interpone. Pero
¿y si es algo inherente a su cultura? Vaya embrollo. No
sabría cómo...
La informalidad tiene sus dimensiones. Para los orientales
es importante hasta en el interior de sus familias. Los
indígenas se parecen mucho a los orientales. Por simple
transitividad... ¿Cómo llegamos a ellas? ¿Es realmente
necesaria la informalidad? Y sino ¿entonces qué? Ummmm...
Allí vamos. El Señor sabe lo que hace, y Él es justo, Él es
bueno. Sólo Él.
09:37 PM 04/24/98
Otro tipo de contacto. Ahora Don Luis ha mostrado interés en
el periodismo. Ha comenzado a leer el periódico con más
ahínco. Le dice a sus hijos que lo lean, y ellos lo que
quieren es plata, para comprar zapatillas, para arreglar el
equipo. Su mujer parece saber más que él, pero está más
cerca de sus hijos, claro. He descubierto que también
trabajan la madera, pero no tienen tiempo. Por lo menos eso
era lo que le decían al vecino que hoy estaba en el local.
El chiquito ponía (colgaba mejor) la ropa en las rejas del
puesto. Parece que él es el más callado de los tres que
acompañan a la pareja de padres. Cada uno se llama "papá" o
"mamá", no por el nombre de pila. La vieja separación entre
hombres y mujeres vuelve a estar presente, esta vez, no sé en
todas, como una competencia. Don Luis gusta de hablar de sus
hijos en el exterior. Y para colmo yo le pregunto. Uno de
ellos vive en California, en San Francisco. Vende también
artesanías. Se fue, como es costumbre en los otavalos, sin
conocer a nadie, sin tener familia allá. Y fue difícil, muy
difícil el primer año sin saber hablar, pero después aprendió
y supo cuando se vendía ropa para invierno y cuando para
verano. También aprendió que en algunos estados compraban un
tipo de ropa, otra en otra parte, en otros adornos para la
casa y que en otros lugares la gente no compra. También
dónde compraban ecuatoriano, dónde guatemalteco, dónde
mejicano. Y así se fue instalando. Los nietos no hablan
español. Lo mismo que los hijos de su hermano que está en
Londres. Como son ya nacidos británicos, no saben el idioma.
Pero su hijo y su hermano hablan varios, ¡puf! como cinco.
El otro hijo no quiso aprender allá en E.U. y se quedó no más
con el bachillerato que tenía antes de irse. Y a ese sí le
dieron trabajos por debajo: Arreglar jardines, limpiar,
cosechar, usar máquinas. Los que la mayoría de la gente
latina hace por allá. "¡Qué bueno hubiera sido que hubiera
aprendido por allá!" Claro que también por allá es más cara
la universidad. Se demoró en contarme de su otro hijo menor,
que no siguió los pasos del otro. ¿Algo de vergüenza? Muy
probable.
El aprendió que la gente de allá era más sabia por que su
esposa se enfermó. Le dio "un gusano en la cabeza", de comer
tanta fritanga. Estuvo mala mala, durante tres años. En
esos la llevaron a todos los lados en donde estaban, en
Otavalo, en Ibarra, en Quito, en los hospitales. Aquí en
Cali fueron a la clínica Imbanaco con gente conocida de la
alcaldía y otras partes. Seis fueron. Y ahí en frente, el
doctor les dijo "si queda bien, queda bien, si no pues se
muere, y si queda mal, pues queda paralítica". No les daba
seguridad. Así que, gracias a Dios, llamaron a su (hijo,
hermano? creo que el último) en Londres. Y él les pidió que
le mandaran todas las fórmulas que le habían dado en los tres
años por fax, y él allá consultó con un médico especialista.
Una "persona sabia". El les dijo que no necesitaba operar,
que se podía tratar con medicamentos, que la mandaran. Claro
está, el hermano (o hijo?) le explicó que era una persona de
Otavalo, que había estado tres años enferma, y así. A los
tres días estaba mandando por la señora. Y a los seis días
estaba saliendo ella para allá. En ese tiempo tenía que
andar ayudada por otras personas, porque no podía andar sola.
Desvariaba, a veces estaba sana, a veces no. Y así la
mandaron encargada con la azafata, para que la tuvieran en
cuenta en París y que el hijo la recogía en Londres (ahora
como que estoy más seguro que era hijo). Allá ella llegó e,
¡imagínese sin conocer nada! Tuvieron que ayudarle para
encontrar la salida. Y allí la estaba esperando el hijo. En
el centro médico le dejaron tres meses, con tratamiento a
punta de drogas y a correr. La ponían a correr y correr. Y
así se mejoró. Ahora está bien, pero todavía quedó un poco
cambiada, porque tiene un mal genio que antes no tenía. Por
eso él piensa que la gente allá es más sabia. Porque acá no
supieron como resolverle ¡y hasta le cobraron 35 millones! Y
eso fue una angustia tremenda. ¡¿De dónde iban a sacar la
plata?! ¡Ni vendiendo la casa! Y sin saber como iba a
quedar. Pero Dios mediante, salieron bien las cosas.
Don Luis es evangélico. Estuvo en Ginebra haciendo campaña.
Todos los años la hacen y ahora les tocó. Mantiene una
Biblia en el local. Esa vez que llegó, la tenía encima del
mostrador del que casi siempre me habla detrás.
Me contó sobre su familia en Otavalo, que viven, unos cerca a
Quirichi (?), de donde es su esposa, y él de detrás del
Imbabura, cerca a la laguna San Pablo. De por allá es él.
Ya casi no traen ropa de allá. Ya pasó la moda. Hasta al
hijo le están enviando ropa de Pakistán, que es la que más
gusta. Casi toda la ropa que traen es de Pasto, pero mucha
es hecha por ellos mismos. El tiene un telar manual en su
casa. Allí tejen de acuerdo a la época; como por ejemplo,
cuando hay temporada escolar, la entrada al colegio, tejen
bolsos. Otros días blusas, otros días así. A su hijo le
tocó aprender que para el invierno era la ropa de lana y que
para verano la del algodón. También su hijo se juntó con
unos compañeros y trabajó como músico. Se juntó ya cuando
conocía, con los peruanos, bolivianos, ecuatorianos, y así
fue más fácil. También estuvo en España, pero había mucha
competencia y trató pero se aburrió y regresó a Estados
Unidos. Es tradición para los otavalos aventurar. Se van
así sin conocer nada nada, y poco a poco van aprendiendo.
Don Luis también se metió a Barranquilla, después de largas
horas de viaje, ¡y con tres bultos de ropa! Allá llegó al
terminal con otros amigos, y preguntó donde era más barato
para quedarse. Le dijeron que donde un italiano, que allá
iban a dar todos los paisanos de él. Y lo llevaron y resultó
un señor amabilísimo, que quería mucho a los ecuatorianos y
que se sentía como un paisano de ellos. Allá estuvo y fue
difícil, porque el costeño habla muy distinto y no le gustan
los serranos, la gente de Bogotá. Les dicen que se vayan,
que ellos allá dicen compa, pañe. No les gustan. Pero así y
todo se metió. Ahora piensa en la educación de sus hijos.
Uno de ellos, el de en medio, compró unas zapatillas que
cuestan lo mismo que una cama. ¡Como 120 mil pesos! ¡Pucha!
¡Eso es darle mucha importancia al calzado! El más grande le
dijo "papá, ayúdeme para reparar el equipo, que vale 90 mil
pesos" y Don Luis le respondió "¿y yo para que quiero
equipo?", "¡para que lo haga sonar!". "¡Lo harás sonar vos!
No. Arregle usted eso". Y se fueron los dos, el del equipo
y el de las zapatillas a traer el aparato. Cuando yo llegué
estaban todos ahí, en frente del negocio, reunidos en
familia, hablando con el señor que parecía ser carpintero.
Le decían que si quiere yo mando a hacer, y ahí hablaron de
hacer una cama que la señora había visto en una publicidad de
Exito y le había gustado. También un mueble. Ellos sabían
como hacerlo, pero se gastaban todo un día o más, haciendo
eso. Ellos mismos hicieron la estantería que está en las
paredes del negocio. Decían que de pronto hacerla en
Guayacán, pero eso es muy caro, madera muy fina, que era
mejor hacerlo sólo en pino. Como que los interrumpí, ahí
cuando estaban todos juntos. Apenas si caí en cuenta. Fue
Luis E. quien me dijo que iba a haber un festival de
cuenteros en la Loma de la Cruz. Nos lo perdimos. Quién
sabe como sería la reacción de toda esa familia otavalo ante
un acontecimiento artístico como ese. Probablemente se
prepararían para el negocio.
En la voz del joven más grande ya no se siente tanto el
acento sureño, y en la sonrisa alocada del que le sigue, veo
también una profunda influencia caleña. Como estaba
demostrado en el artículo de Reader's Digest, el inmigrante
tiende a comportarse como los nativos. Y más si pasan varias
generaciones. Pero en todos los sentidos, tanto como en las
virtudes como en los defectos. Y Don Luis, como cualquier
caleño (incluido el susodicho) tiene parientes en el exterior
y sueña, en cierto modo envidia, esas sociedades. Quisiera
estar allá, tener sus avances. Pero se enajena en la medida
en que los busca. Sin embargo no es casualidad. Es muy poco
tiempo como para generalizar, pero veo que los europeos,
rubios, gringos, o lo que sean, tienden más a acercarse al
negocio de Don Luis. Incluso, más a sitios como la Loma de
la Cruz. ¡Si hasta parecen más inclinados a financiar un
documental sobre los indios otavalos! Pero amanecerá y
veremos. Todavía no está asegurado y, la verdad sea dicha,
no he consultado ninguno de los que me ha mandado Edgar de
UCLA y los oscares, que parecían ser los más indicados, los
más cercanos.
¿Qué se me queda? Reconoció que yo había estado en Otavalo,
conocía Peguche Tío en Peguche, y lo usó para indicarme de
dónde era él. La señora estaba tejiendo algo que parecían
sacos grises. Su talento para los textiles se notan por
todos lados. El señor que parecía saber de carpintería,
estaba mostrándoles unos portales pequeños y en miniatura,
hechos en madera. Tal vez estaba tratando de vendérselos, y
de ahí surgió la idea para ayudarle. El los llamaba
"paisanos", aunque, la verdad sea dicha, parecía bastante
caleño. ¡Puf! Hasta de San Antonio. ¡Raizal! Pero eso es
pura especulación. Hablaba de clavar y pegar, la madera era
lo suyo.
Al final hablamos de la falta de una autoridad que controlara
como funcionaban los empleados públicos. El había estado el
otro año en lo del predial y había visto a las funcionarias
tomando tinto mientras la gente se asaba a pleno sol. Lo
mismo la oficina que quedaba ahí cerca, donde la doctora se
iba, la secretaría la mandaban a Yumbo a vainas electorales y
ni el mensajero estaba. El caso es que no abrían por la
tarde. También me dijo del seguro social, que no había
doctores de verdad, que todos eran aprendices, que los
titulados no iban. Y si lo hacían, estaban no más tres horas
y se iban. Eso es una vergüenza, lo pone triste a uno. Me
preguntó quien se encarga de controlar eso.
8:26 3/18/99
¡Anda si llevo tiempo sin consultar! Es demasiado. Pero
hemos regresado. He vuelto a hablar con John James,
acordamos reunirnos en la cafetería de economía y ahí
hablamos y hablamos. Pero, bueno, no mucho. El a duras
penas tiene tiempo y yo tengo muchos sombreros en mi familia.
La única evidencia que tengo de esa conversación es el
pequeño papelito que escribí para aterrizar las vainas.
Todavía flota sobre mí la sensación de haberla embarrado con
Don Luis, lo más probable es que él esperara ver la cámara y,
de una vez por todas, la realización del documental. Pero
ahí vamos...
En orden las cosas vendrían así:
Primero, la reunión con John James. Luis E. no pudo ir.
Hice un esbozo de guión y se lo presenté a los dos. Tal vez
deba incluirlo aquí [llakta-preguión.txt]. Ahí, en esa
reunión le hizo sus críticas. Luis ya lo había visto y había
dicho que no parecía ser sobre los otavalos, que necesitaba
ser más profundo, mostrar no sólo una persona. John James
casi que coincidió y, a decir verdad, yo también tenía la
idea inicialmente, pero ante la dificultad en la financiación
fui retrocediendo. Planteé el guión como una realización muy
sencilla y poco costosa, partiendo de lo poco que teníamos
trabajado. [Tenía, casi en singular...]. Tal parece que hoy,
por fin, John James conocerá a Don Luis, a las 3 p.m.
Amanecerá y veremos...
El caso es que esa vez hicimos apuntes puntuales, sobre todo
en lo que falta por la relación campo-ciudad, la añoranza,
que es lo que más interesa a John James. El texto del
papelito que utilizamos esa vez, una lejana visión de todo lo
que hablamos, dice así:
Relación campo-ciudad.
-Añoranza = antes
-Migración a Cali
-¿Por qué establecerse en Cali?
-¿Por qué quedarse aquí?
-Herencia cultural, el "disfraz indígena".
-Las mujeres ¿qué tienen para decir? -> Sobre el vestido, etc.
-Los jóvenes
-Organizaciones indígenas
-Visión hacia el futuro (más íntimo)
* ¿Cómo era su mundo antes?
* ¿Cómo vivencian la ciudad y cómo la ciudad los ha cambiado?
Identidades:
Idioma - territorio - raza - religión - política
Lo que más me llamó la atención esa vez fue lo que me comentó
J.J. del señor que entrevistó. El vio llegar otros, que
parecían indígenas, y dijo que no, que esos no eran indios,
que eran algo así como suplantadores, que se vestían igual
pero ni siquiera hablaban su lengua. Y lo decía con
indignación. Eso es crucial a la hora de definir la
identidad indígena y sorprende que los otavalos también lo
tengan a su interior, lo mismo que sucede con los de la
ORIVAC con respecto a ellos. También discutimos sobre qué
debía hacerse en imágenes, la dificultad de conseguirlas
utilizando el equipo de UV-TV. Por ejemplo subir a la loma
de la Bandera sería un sueño. Ellos, si van a hacer algo, es
de una. Cobran por cada movimiento y eso ha sido una
dificultad para otros grupos, pues han ido y la persona que
han ido a entrevistar no ha estado, o ha llegado tarde y se
han quedado con las cámaras al hombro. Hablamos de la
posibilidad de usar las imágenes que hicimos con Luis E. en
la cámara Hi-8 del tío de este último. El mismo que no quiso
prestarla de nuevo, muy probablemente por el afán. Habría
que hablar personalmente con él. La cámara de Ana, la de
ArteVisual, está alquilada. Esa vez que hicimos las tomas,
recorrimos el parque de arriba a abajo, buscando tomas de
apoyo. Tomamos el local, algunas cositas de aquí y de allá.
Imágenes de la señora cosiendo. Nos perdimos una, muy buena,
de ellos subiendo al carrísimo que tiene uno de los hijos.
Pero a fin de cuentas, nos permitió revisar cómo sería el
documental en términos visuales. Y apenas si estamos
jugando. Es necesario hacerlo así, para hacerlo bien el día
en que todas las cosas se vengan en serio. La vaina es que
don Luis puede perder la paciencia, más si la embarro... Ese
temor está resuelto, gracias a Dios.
Tal vez esas mismas imágenes puedan ser utilizadas a la hora
de la edición, si nos dejan entrar la cámara y si, claro, la
definición da para algo. No sé cómo será, pero si es el
caso, también tendríamos que considerar los dos rayas negras
inmensas que surgen cuando uno graba en un formato más
pequeño.
Pero tengo que actualizar los desarrollos más recientes.
Volví una vez y don Luis no estaba, tampoco la esposa. Le
pregunté al hijo menor, que estaba encargado del negocio con
una pariente más pequeña, si quería hablar para la cámara y
me dijo de una que no. Le insistí y sonrió. Echando ojo
pillé una tarjeta colgada en una especie de cartelerita y
decía literalmente lo siguiente [ojalá pudiera scanearla
(digitalizarla)]:
S.I.S.A.
ATAHUALPA
ARTESANIAS
Instrumentos Musicales
Música Andina y Ambiental
/Visítenos/
-----------
Carrera 35 No. 4D-37 Barrio San Fernando
Frente al Parque de las Banderas - Teléfono: 554 28 71 - Cali
Era de un color café verdoso, en papel Kimberly grueso, con
dibujitos de instrumentos musicales muy sencillos, las
primeras líneas escritas como si fueran en una tabla. Le
pedí una a Oliver, como supe después que se llamaba, y él me
la dio. En otras ocasiones había venido y había encontrado a
una muchacha, digamos mayor de 18, probablemente una
pariente. Casi que al mismo tiempo, había tratado de
encontrar a los de la OINE (Organización Indígena Nacional
Emigrante) - Asoinya, que tienen su oficina cerca a la
"Olla", más o menos en la carrera 13 entre las calles 10 y
11. Tratamos y tratamos, y las primeras veces ni nos abrían
12. la puerta. Nos dijeron que estaban o bien temprano o muy
13. tarde. Fui una vez a las 8 y me dijeron que no que
14. estaban trabajando, porque ellos también tenían que
15. hacerlo para sobrevivir, la oficina no tenía con qué
16. pagarles. Volví, por último, una tarde y me abrió una
17. señora. Ella me dijo que había alguien, y como que el de
18. adentro se arrepintió o ella no tenía claro si estaban o
19. no, y me dijo que ellos se encontraban más seguro de
20. lunes a viernes de 8 a 10 a.m. "Seguro" me dijo.
La vez siguiente por fin encontré a Don Luis. El me dijo que
iba a estar yendo y viniendo a Ecuador, que iba a ser más
difícil encontrarlo. Me preguntó cómo íbamos a hacer el
documental y le comenté sobre la OINE. El me dijo que él
estaba trabajando ahí, que atendían de 7 a 9 de la mañana,
que había dejado de ir porque el no sabía escribir (por lo
menos a máquina) y que normalmente iban dos. Como el otro,
que sí sabía escribir, nunca iba por razones de trabajo, él
se aburrió y dejó de ir. A la esposa no le gustaba que él
fuera, a ella no le gusta andar para arriba y para abajo,
pero a él sí le gusta lo de la organización, porque han
conseguido cosas, sobre todo en salud. El gobierno les
reconoció que tenían derecho a rebajas sustanciales los que
estuvieran afiliados con ellos. Les toca a veces ir y hacer
que los operarios revisen el sistema y vean que ellos sí
tienen ese derecho. No tienen secretaria, no tienen nada.
Les toca a ellos mismos hacerlo todo y turnarse de a dos para
atender. Pero él es optimista en cuanto a la OINE, pues sabe
que a otros indígenas les han favorecido y les han dado
tierra. Un indígena del Quindío (o de Pereira?) es el que
los está organizando, pero el puede venir muy poco. Me contó
la otra vez que había visto al presidente anterior (él lo
habría escrito con mayúscula) hablar en una reunión con los
indígenas, de que ellos tenían más derecho, pues habían
estado desde antes y les habían quitado todas sus tierras.
También le había llamado mucho la atención el reclamo que le
hicieron, que hasta puso colorado a Samper, por no considerar
el trabajo de las mujeres, en la cocina, con los niños, con
los tejidos, al decir que ellas "antes no trabajaban".
Claro, se refería a trabajar en el trabajo de las
organizaciones. En eso estábamos cuando llegó la esposa.
Le alegró mucho verme. Antes, don Luis me había dicho que
ella se iba para los Estados Unidos, a estarse con sus hijos.
Eso me dió mucho afán y yo concluí que había que grabarla
como fuera, antes de que se fuera y perdiéramos un contacto
tan importante. Pero ella me preguntó por mi familia y me
comentó algunas cositas sobre la suya, allá en Ecuador. Me
dijo que iba primero para allá y después para Houston,
Texas. Que volvía dentro de una semana. Eso me alivió,
pues quería decir que no se iba del todo. ¡Menos mal! Pero
yo ya le había dicho a don Luis que iba a conseguir la cámara
para grabarlos antes de que se fueran. Al fin no pude
contactar ni a John James ni el tío de Luis E. se la prestó.
Pero, un dato curioso, justo cuando salía de hablar con don
Luis y su esposa, en la entrada estaban tres tipos, que
parecían extranjeros, con camisas blancas y corbata, además
de un portafolio en la mano, justo a la entrada del local.
Uno de ellos era negro, por lo menos moreno. Parecían
mormones. Yo salía corriendo a buscar a mis contrapartes y
ellos que entraban. Quién sabe a qué venían o qué tenían que
decirle a don Luis. El es evangélico, algo tiene que ver.
Tal vez los tipos eran evangélicos, tal vez no.
El caso es que supe que el tío de Luis no le había prestado
la cámara ya al día siguiente. Estaba ilusionado con eso y
la vaina no salió. Volví a las tres, a hablar con Don Luis y
él me contó que su hijo, Oliver, el menor, estaba mal de la
cabeza. Que habían tenido que sacarlo del colegio porque le
iba muy mal. Decía que estaba así por un problema de los
nervios que tenía desde que había tenido un problema por allá
con los maricas (textualmente). Eran como la una de la
madrugada y ellos, varios jóvenes, entre ellos Oliver,
estaban molestando a un marica. Así, pues, por jóvenes. El
marica se enojó y respondió con piedras. Estaban dándose
roca, cuando un vigilante de la Beneficencia del Valle les
dio bala a todos. Debió haber sido una escopeta, pues don
Luis decía que lanzaba más de un tiro a la vez. Ellos
huyeron agachados y el tipo le dio al carro por detrás.
Desde ese entonces el pelao tiene un problema nervioso y no
le va bien en los estudios. El mismo don Luis decidió
sacarlo del colegio por un año, para que descansara y porque
le estaba yendo muy mal. Casi todos sus hijos han terminado
el bachillerato a lo sumo y se han vuelto negociantes o
músicos. Eso es lo que Oliver quiere ser. El le dice que ya
varios son músicos, que él debe ser otra cosa. Por lo menos
reconoce, como padre, que eso al fin es decisión personal del
joven. Pero lo más tenaz es que hicieron le cobraron al
seguro y habían acordado que les iban a pagar 3 millones,
casi cuatro, incluido el tratamiento del muchacho. Pero les
salieron con que tenían que tener abogado y salirles una
sentencia para que les pagaran. El tiene un cuñado que es
policía y el casi mete en problemas al vigilante, pues salió
armado a buscarlo. Lo encontraron por allá escondido, pero
lo encontraron. Según la ley él no debió haber disparado,
pues tenía que vigilar lo suyo, y lo que pasó con los maricas
eran cruzando la calle. Según don Luis, pues, el tipo se
excedió. Los del seguro están llenos de abogados y con esa
les salieron, después de haberles dicho que sí les iban a
pagar. "Mi señora lloró, diciendo 'yo creí que ustedes nos
iban a pagar'", pero dejaron todo para cuando saliera la
sentencia. Ella le dijo después que dejara todo así, que
después de unos años el dinero se recuperaba con trabajo. El
quería recuperar eso con un abogado y yo me metí a decirle
que podía conseguirlo con el consultorio jurídico de la
universidad, no sé si Libre o Santiago de Cali. El quiere
que alguno de sus hijos se vuelva profesional, ya que ninguno
a pasado del bachillerato.
Así pues, me contó don Luis las peripecias de su hijo, el
daño de su automóvil y sus problemas legales. Me dijo que su
esposa no se había podido ir por problemas en la frontera, por
las huelgas en Ecuador, y creo yo también por el paro de
transportadores aquí en Colombia.
El caso es que ella no se ha ido y el estará en el local todo
el día. Después, volverá hasta el lunes. Lo mismo que su
hijo. Pero con él hablé después de salir de la loma de la
Cruz. En el lugar donde dice la tarjetica.
Ahí llegué y encontré un local con un anuncio de madera:
Atahualpa. Vitrinas con productos de la nueva era, incienso,
velas, otro estante con música andina y otros donde vende
instrumentos musicales. No lo detallé mucho. Me atendió una
muchacha. Ella llamó a Luis Polo Maldonado como Polo. El me
habló muy amablemente y me dijo que llevaba como 20 años en
Cali, que en Otavalo estaban mejor organizados, que el no iba
a la OINE porque no le gustaba mucho el asunto de la religión
y la organización era evangélica, como su papá. Me habló de
la ACUR, una organización que estaba naciendo, con diferentes
indígenas del Cauca y de más allá. Me mostró una carta
convocando. Entre los nombres de los directivos estaba el de
"Ary R. Campo Chicangana", le dije que lo conocía y hasta
coincidimos en decir que vivía en Jamundí. El me dijo que
hablara con él. La carta tenía los siguientes teléfonos:
4480265 y 5160729. Figuraban tres firmantes, anoté a Ary y a
Luis Antidio Mopan. El me dio otra tarjeta y la firmó por
detrás como Luis Polo Maldonado Farinango. Ya por lo menos
sé el apellido de la esposa de don Luis, y parece más
indígena, como es usual. Todavía tengo la impresión de que
con las mujeres es así. Nunca se sabe, pero la probabilidad
es grande.
Bueno, en esas estoy. Cavilando sobre todas las vainas que
supongo deberé hacerle a mi hermana. La vaina de Junín, todo
se me mezcla ahora que tengo trabajo. Pero podremos seguirle
haciendo, el caso es ser constante y darse cuenta del valor
del trabajo. Parece que algo está sucediendo y se está dando
un despertar de las organizaciones indígenas. Parece
originarse desde el Cauca, donde ahora el alcalde es un
guambiano. Y no se puede negar la profunda influencia que
puede tener el sólo hecho de que Jesús Piñacué sea ahora
senado. Y con una votación abultada. Además, le sirvió como
publicidad todo el asunto de la fuetiza por no hacerle caso
al cabildo. La misma que le cambiaron por un baño
(televisado y todo) en la fría laguna de Juan Tama. Es
decir, El Señor Se está moviendo en medio de las
organizaciones indígenas, y, si lo hacemos bien, seremos
testigos de un acontecimiento social sin par: La fusión o
el enfrentamiento entre las nacientes organizaciones
indígenas en Cali y la Orivac. ¡Bendito sea Dios! ¡Todo sea
para su Gloria! Amén.
Amenamenamenamenamenamen...
11:14 a.m. 3/20/99
Es algo complejo lo que ha sucedido últimamente. Por fin
logré, o mejor dicho, por fin logró John James venir a la
loma de la Cruz a conocer a Don Luis. Eso fue excepcional.
Cuando llegamos él estaba dormido, atendía el muchacho que lo
ha hecho normalmente en estos días, que sólo logro
diferenciar por su bozo y la nieta de Don Luis. Le dejamos
dormir y nos pusimos a conversar sobre todo un poco. Cuando
por fin se despertó comenzamos a conversar. John James hacía
muchas preguntas al tiempo y no supe cómo decírselo. Casi
que le estaba acostumbrando a esperar una ametralladora de
preguntas, así no se lograría que hablara con soltura frente
a la cámara. Volvió a contarle lo que ya me había dicho,
sólo recuerdo algunas cosas pequeñas nuevas, cómo que se casó
en Otavalo a los 19 años y que hoy tiene 57. Los nombres de
los hijos son Eymer y Oliver, además de Polo y otra hija. Me
dice que tiene 7. No recuerdo bien los detalles ahora,
porque hay uno solo que lo obnubila todo: Don Luis se desató
apenas le pusimos (¿o fue él quien lo puso?) el tema de la
religión. De ahí en adelante ya no quiso soltarlo. Quería
prácticamente convertirnos, o, por lo menos, predicarnos.
Nos dijo que había tenido problemas con la bebida y eso le
había ocasionado otros con su familia, con sus amigos, con
parientes, con todo el mundo. Y sólo el evangelio lo curó.
Decía que había tratado con brujos, que le habían espantado
los demonios y echado licor al viento. Había ido donde un
sicólogo por recomendación de un amigo, en Pereira, y con él
se había mejorado mucho. Le había asustado la cantidad de
preguntas que le habían hecho, sobre su papá, su mamá, su
relación con ellos, de cómo lo recibían en la casa, cómo era
cuando estaba borracho y cómo cuando no. De si había querido
casarse o no, de si le gustaba su esposa, de la relación
sexual, mejor dicho. Le preguntaron de todo, de esta vida y
la otra y él gusta de enumerar. Así mismo enumeró una y otra
vez lo poco que sabía sobre la escritura, confundió Barrabás
con Judas, no dijo que el hijo de Dios había venido para
salvarnos, que teníamos un Dios en quién creer y, la verdad,
no sé por qué se extendió tanto. Conmigo había hablado y
había pasado por el tema sin encasillarse. Puede ser por la
presión de John James, él era desconocido y preguntaba tanto
como yo o más. Pero, no sé, me da la espina de que fue por el
pelo y la apariencia de J.J. En otras palabras: _John James
le pareció /más indio/ que yo. Actuó en consecuencia. Trató
de convertirlo, así como haría con uno de los suyos que viene
a oírlo. Tal vez sintió que le estabamos dando mucha
importancia y él respondió con lo que él consideraba lo más
importante. Y claro ¿qué puede ser más importante que Dios?
Si mal no estoy, antes le preguntamos si tocaba instrumentos
y así fue a dar a que el cantaba en el culto y ahí había
recibido trofeos. Porque él ya no cantaba lo suyo, lo
tradicional, sino lo de su religión nada más. Muy rara esa
vaina. Es ahí por donde pasa el límite entre la costumbre y
la intolerancia. ¿Hasta qué punto es porque se lo prohiben y
hasta que punto es porque es lo único que escucha? Menudo
lío. El Señor se me está metiendo en el rancho y me toca
tomar decisiones. También nos dijo que había trabajado en
política y convencía a mucha gente, en grupos. No logré
preguntarle a que partido había pertenecido. Sí. Creo que
fue partiendo del alcoholismo que fue a dar allá. No logro
recordar dónde se enganchó. Veamos...
¿Qué fue lo primero que le preguntamos? Fue sobre su venida,
la añoranza que interesa tanto a John James. El antes de
Otavalo, su relación con sus padres. ¿Quiénes eran, que
hacían?
Su padre sacaba lana a vender, eran campesinos de Otavalo.
Tenían una finca (literalmente "sí, se parecía a una finca".
Es decir, tenían un terreno cercano a lo que era el pueblo en
ese tiempo. ¡Miércoles! Lo de Dios es demasiado importante,
no me deja pensar en lo demás. Ahora ¿qué hago?
Tenemos visiones distintas del documental... Obviamente
tenemos que conciliarlas para llegar a un sólo producto. O
dos, sólo Dios sabe. Pero me parece mucho más acertado
lograr uno en el que quepan muchas tendencias, y, lo que es
más importante, que no sean las nuestras, sino /las de
ellos/.
Ya tenemos algo. Polo desconfía de la OINE porque ve muy de
cerca el asunto religioso. Su papá es un evangélico
convencido, la superación del evangelio es para él su más
fuerte testimonio. ¿Qué pasaría si conociera a otras
personas rehabilitadas sin ser evangélicas?
Se me queda algo de sus hijos...
John James: La cuestión de la salud mental de Oliver, el
hijo que se metió en problemas por andar dándole roca a los
maricas, me sigue pareciendo crucial. Sobre todo por lo
mismo que vos habías concluido e investigado: En el colegio
los azaran mucho por tener el pelo largo, les dicen que son
maricas. Supón que un joven decide hostigar a los maricas
con sus amigos para demostrar que no lo es, que es más, le
molestan. Se arma un retruécano por esa situación y el pelao
sufre una crisis nerviosa. Después de todo, su padre es
evangélico, y cualquier cosa que no se entienda, una
dificultad suprema, inevitablemente tiene que ver con Dios.
El joven no sabe si es marica o no. Si tiene que
demostrárselo a sus amigos es porque en realidad también
tiene que demostrárselo a sí mismo. También puede significar
que Oliver engañó a su padre, para no tener que regresar a
estudiar, en un ambiente hostil, que se niega a aceptarlo
como integrante de otra cultura y le exige pertenecer a un
grupo que no es el suyo. Pero son puras especulaciones. El
avance en el trabajo nos traerá nuevas respuestas, nuevos
conflictos de fondo. Y ya tenemos varios contactos, entre
ellos el de Polo. Representa alguien mucho más cercano a
nosotros en cuestión de edad y hasta de cultura. Vive en
Londres, es muy probable que tenga ahora una concepción de lo
que es ser indígena más cercana a la media europea, es decir,
ser indígena también es una ideología, y como tal se
desarrolla. Su cercanía con Ary Chicangana demuestra que
está cerca de aquellos un poco mejor instruidos.
El siguiente paso: Establecer contacto con la ACUR. Revisar
los que se tienen en la terminal, las motivaciones internas
del documental... Ver el Espíritu caminando...
12:45 PM 08/06/1999
Hace ya casi un mes que fuí para Otavalo y nada he escrito. He dejado mi trabajo a un lado por el asunto de la "calamidad doméstica". Pero lo sucedido implica una larga y concienzuda revisión. Tendría que narrarlo todo (por lo menos todo lo relacionado), con lujo de detalles.